Pensamiento complejo, infancia y educación
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Bohórquez Olaya, Claudia Inés | 2020-12-18
La educación constituye la gran apuesta y el desafío de la sociedad por un mundo mejor. Desde su naturaleza, la educación supone un cambio en el sujeto que trasciende los planos del saber, el hacer y el ser, exponiendo hoy la necesidad del desarrollo de su saber hacer y su saber ser. Así, la educación está llamada a abordar y a ser abordada desde la complejidad del conocimiento, del individuo y del contexto en que éste se desenvuelve. Inevitablemente, el modelo educativo, las prácticas pedagógicas y el concepto de la calidad educativa deben evolucionar, generando metodologías e instrumentos novedosos que garanticen la formación integral del educando y su participación activa en la transformación de la sociedad. Consagrada como un derecho fundamental, la educación alcanza diferentes roles según la óptica desde la cual se observa: es formación en conocimientos, es derecho y deber, es servicio público, es medio y fin. La educación está presente en el desarrollo humano a lo largo de la vida, pero adquiere especial importancia en la infancia, momento en que el individuo no sólo construye las bases de la estructura de su pensamiento, sino que también se aproxima por primera vez a la realidad que le rodea, tan compleja como su naturaleza misma. Por ello, desafíos como la pertinencia educativa, la comunicación entre disciplinas y la superación de los vacíos de conocimiento que persisten, han conllevado a cuestionar la especialización como enfoque educativo, sugiriendo la necesidad de flexibilizar los saberes. Específicamente, la educación de la infancia demanda un modelo educativo apoyado en el pensamiento complejo, que no desligue el saber de la experiencia, que propicie en el niño la generación de estrategias de autoaprendizaje a través de las cuales comprenda su entorno y adopte una posición crítica frente a éste. Es importante entonces considerar que, si bien la formación de la infancia se concentra en las etapas iniciales de la educación, la Educación Superior tiene como responsabilidad la preparación del individuo para su ejercicio profesional, es decir, para dar respuesta a las necesidades de su entorno. Atendiendo a ello, en un esfuerzo de cooperación institucional, la Universidad de Boyacá y la Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia (UPTC), instituciones líderes en la formación en Educación del departamento de Boyacá, presentan a continuación los resultados de una investigación que abordó las teorías de Edgar Morin y Mattew Lipman frente al pensamiento complejo, la educación y la infancia, desde las perspectivas psicológica y filosófica, exponiendo sus principales postulados teóricos, sus coincidencias y sus diferencias, en búsqueda de estrategias que propicien el cambio del paradigma tradicional de la educación, en el que convergen finalmente las posturas de estos dos pensadores. El lector se encontrará con una crítica desde la psicología por parte de Morin al quehacer de las instituciones educativas, exponiendo la necesidad de que concentren su atención en el desarrollo del pensamiento del niño, consciente de la complejidad del medio que le rodea, la singularidad de sus elementos y la ineludible presencia de la incertidumbre en cualquier escenario, superando el enfoque tradicional de la especialización del conocimiento. Entretanto, los postulados de Lipman le plantearán el carácter multidimensional del pensamiento y la relevancia de la filosofía en la formación académica como generadora de procesos de reflexión y crítica en el niño que susciten siempre espacios de diálogo y un marco de tolerancia y respeto por la diferencia. Asimismo, la concepción de la infancia desde perspectivas diferentes, como criterio de clasificación etaria y como una característica actitudinal, enriquecen el análisis derivado de la compilación de estas teorías, brindándole herramientas para comprender e implementar el pensamiento complejo en la educación de la infancia. Esta obra, es a su vez un ejercicio de reflexión tanto individual como colectivo desde los diferentes roles que el ser humano desempeña en la educación, como educadores, como padres, como profesionales y como ciudadanos. Sobre todos recae la responsabilidad de crear espacios novedosos y movilizar los recursos necesarios que propicien la educación integral de los niños.
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